Ser migrante no es fácil, así como tampoco lo es tomar decisiones que impliquen cambiar tu lugar, o más aún, tu ciudad de residencia. Sin embargo, existen ciertos momentos de la vida en el que uno tiene la oportunidad de considerar, analizar y, finalmente, llevar a cabo pasos importantes que tendrán impacto en tu futuro próximo.
Ese momento me llegó en Santiago, cuando en conjunto con mi pareja decidimos mudarnos a vivir a La Serena. Poco antes de que la actual pandemia por Covid-19 comenzara en Chile, nos dimos cuenta que habernos mudado ya marcaba un notorio cambio en nuestra calidad de vida. Desde el simple hecho de vivir en la calle Nataniel Cox, donde cada noche persistía el molesto ruido del tráfico, a vivir en una ciudad donde el silencio casi absoluto te generaba la duda de si habían vecinos cerca o no. El inicio de las cuarentenas y confinamientos por temas sanitarios hizo que la ciudad donde residas pase a ser un tanto un instrumento que aporta como un instrumento resta a tu salud mental (dependiendo de tus intereses). Definitivamente La Serena fue de mucho aporte. El sólo hecho de no estar en una región donde se concentra la mitad de la población del país, donde el hacinamiento se hace presente hasta en el uso del ascensor, además de esa estresante vibra que se genera en las calles de Santiago, nos dio a mi novio y a mí la idea de que el sacrificio que implica dejar una ciudad de oportunidades de alguna manera ya se había saldado.
Más simple no necesariamente es sinónimo de mejor. Como toda ciudad provincial de Chile, La Serena tiene sus propios desafíos, entre algunos de ellos: la conectividad y el transporte público, los servicios de salud y, sobre todo, las oportunidades laborales. Eventualmente “las costuras” comienzan a notarse en la medida que uno hace vida como nuevo residente. No tuve la experiencia de vivir los confinamientos en Santiago, pero estoy seguro que más llevaderos que haberlos vivido en La Serena sería imposible. Tener la oportunidad de, al menos, ver el mar y sentir su brisa cuando tienes que hacer un trámite usando tu permiso de la Comisaría Virtual, en verdad es algo invaluable.
A pesar de todo lo anterior, considero que cada quien disfruta de donde vive según sus intereses. Existen quienes se sientan a gusto con algo de ruido en la noche, como aquellos que prefieren la tranquilidad, pero lo que nunca cambiará es que un verdadero hogar no es un país o una ciudad. Un hogar es todo aquel lugar donde tú puedas vivir digna y felizmente, con quienes te dan alegrías y donde sientas que tienes un espacio para ti.
Jesús Enrique Pérez
Enfermero
Alumni University of Alabama 2001
Youth Ambassador 2009