Por Daniela Retamales
Emprendedora social, co-fundadora de Fundación Prótesis 3D y fundadora de Extraordinarias


Hace unos años renuncié a mi trabajo para sacar adelante un proyecto para entregar prótesis de manos de impresión 3D a niños y adultos de Chile. Este proyecto me ha llenado de alegrías y hemos podido cambiarle la vida a muchísimas personas y también hemos podido aportar a la inclusión social de personas en situación de discapacidad y jóvenes privados de libertad de Chile, lo cual nos llena de orgullo. 

Sin embargo el emprender no ha sido fácil, menos con un proyecto sin fines de lucro, pero hemos dejado todo en la cancha para seguir con esta impresión de sueños cueste lo que cueste. Incluso el año pasado cuando no podíamos cumplir nuestra labor decidimos cambiar el foco desde prótesis a la fabricación de protectores faciales, donde fuimos capaces de donar 20.000 de estos protectores faciales a los hospitales públicos del país que tenían escasez de estos implementos de protección personal. 

Pero todo tiene un lado B, y a pesar de lo satisfactorio que pueda ser el trabajo, muchas veces los emprendedores parecemos Rockstars, apareciendo en medios de comunicación, recibiendo premios, y participando como expositores de importantes congresos. Hoy un ejemplo claro de esto es la gran exposición que han tenido los chicos de NotCo, Poliglota, Betterfly, y podría seguir nombrando. Pero, lo que no se ve es el gran esfuerzo que hay detrás, las incontables horas de trabajo, el sacrificio de muchas veces dejar la vida social de lado y por sobre todo, muchos no logramos equilibrar el esfuerzo con la salud física y mental. 

Hace unos años, este equilibrio se me rompió, y caí en lo que hoy es tan conocido como “burnout”. Me llevó a cuestionarme muchísimas cosas y también a poner atención en que todos los emprendedores que estaban pasando por esto, y también me comencé a preguntar hasta cuando era necesario presionarse, porque siempre vamos a poder ganar un premio más, venderle a un cliente más, convencer a un inversionista más. 

Dentro de todo esto, en un evento de Her Global Impact escuché sobre el ahora tan famoso “Síndrome del impostor”, que al final para algunos es está sensación de que no eres suficiente y que todos tus logros se deben al exceso de trabajo y no a tus capacidades, el cual se da en gran medida en personas que trabajan solas, en otras palabras “emprendedores”. Entender esto para mí fue darle vuelta 180° a mi perspectiva, y empezar a entender algunas de las razones y desenfoques que nos tienen trabajando mucho más de la cuenta y desperdiciando esfuerzo. 

Este nuevo concepto me llevó a estudiar, investigar y pilotear muchísimas charlas y talleres para poder entender el impacto y lo que podía ser un cambio de percepción para muchas personas.Desde entonces estoy trabajando para dar a conocer y entregar herramientas para superar el síndrome del impostor. Además, creé un nuevo proyecto que se llama Extraordinarias, que busca apoyar a mujeres para que superen este problema y puedan desarrollar su máximo potencial profesional. 

¿Cuál es el propósito de esto? Es que más personas aprendan a valorar sus capacidades y puedan apropiarse de sus logros, para que no tengan barreras para alcanzar sus sueños y objetivos. Hoy en día es cada vez más importante aprender a valorar los propios éxitos, ya que cada vez es más fácil ver solo el lado bonito del esfuerzo en los otros, y es muy fácil compararse con una realidad que no existe o presionarse para alcanzar más cuando no se puede mantener un equilibrio sano entre el esfuerzo y la salud física y mental.

Si tienes preguntas, puedes escribirme a daniela@drgconsultora.cl