por Andrea Irarrazaval 
Mujer, esposa, madre, CEO Carbon BioCapture
Alumni IVLP 2014

Hace unos días me preguntaron como estaba enfrentando los desafíos de la vida familiar en especial de maternidad y mi vida laboral en pandemia. Como compatibilizaba mis funciones de CEO de Carbon BioCapture, Presidenta de WEAmericas Foundation, con los deberes intrínsecos de ser madre, esposa, dueña de casa, enfermera, profesora, psicóloga, trabajadora social, peluquera, chef, futbolista, mediadora de conflictos y otros tantos roles que la “nueva realidad” nos ha otorgado.

Estos últimos 14 meses creo que han desafiado “las leyes de la naturaleza”. Las mujeres que ya estábamos acostumbradas a trabajar extensas jornadas, inclusive muchas desde casa para potenciar nuestros proyectos profesionales nos encontramos con una realidad de golpe: la complejidad del cierre de los colegios de quienes tenemos hijos menores, y de repente están en casa las 24 horas, con escuela en modalidad virtual y haciéndonos extender el tiempo para aprender sus tareas, hacer nuestro trabajo, atender la casa, ser buenas esposas y vernos fantásticas.  Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sin duda tener triple jornada laboral (doméstica, familiar y profesional) es un proceso complejo que requiere reorganización permanentemente, una dinámica que incluye menos horas de sueño, menos tiempo para el autocuidado y menos tiempo para las relaciones sociales.

Hace un año el New York Times publicaba “incluso antes de la crisis del coronavirus, las mujeres pasaban alrededor de cuatro horas al día haciendo trabajo no remunerado, como el lavado de la ropa, la compra de alimentos y la limpieza, en comparación con aproximadamente 2,5 horas en el caso de los hombres.

Las mujeres de nuestra generación, con una fuerte influencia de la tecnología y las comunicaciones,  desde antes de la llegada de la pandemia ya estábamos en un fuerte proceso de compatibilizar los desafíos propios de nuestros trabajos y las labores domésticas y  en especial la  crianza de nuestros  hijos, puesto la tecnología se convierte en un arma de doble filo que nos permite estar en comunicación constante para las diferentes tareas que ejercemos, pero al mismo tiempo no nos permite desconectar y enfocarnos en otras tareas que nos exigen atención.  El trabajo en casa, en tiempos pre-pandemia, nos permitía extender las horas laborales en casa, para las que somos madres, esposas y trabajadoras, que estamos en continuo movimiento.   Pero ahora desde la pandemia, las horas no se sienten, el trabajo abunda y no termina, porque ambos mundos se han conjugado en una especie de paralelismo existencial que nos deja flotando en el infinito del tiempo.

El mayor desafío para quienes cumplimos la triple función es la exigencia social del “éxito”: debes ser buena madre, pero también una profesional exitosa, una buena esposa que tenga la cena a tiempo, la casa nítida y en forma. Si bien la gestión del tiempo es un problema universal, para las mujeres que tenemos familia y trabajo es un malabarismo diario.

Creo que las mujeres tenemos la capacidad de desplegarnos, de trascender, todo en la vida conlleva riesgos inherentes a la vida humana, pero vale la pena atreverse a seguir ideas, a buscar los sueños, en un ambiente de solidaridad, colaboración y no competencia.